¿Cuál es el punto de la historia de la moda?

Últimamente he estado pensando un montón sobre lo que significa ser historiadora de la moda.

Y no me refiero a los detalles de la profesión de historiadora de la moda. La verdad es que no he estado pensando en lo que significa investigar la historia de la moda ni cómo puede verse un día en la vida de una historiadora de la moda ni mucho menos en lo que puede implicar una carrera profesional en este campo. Creo que a estas alturas he pasado suficiente tiempo investigando la historia de la moda y reconociéndome a mí misma como historiadora de la moda como para tener respuestas más o menos precisas a esas preguntas.

Mis reflexiones se han centrado, en cambio, en una visión más práctica y hasta “filosófica” de lo que significa ser historiadora de la moda en un mundo tan perturbado como el que habitamos.

He estado reflexionando sobre preguntas como: ¿Cuál es el propósito (si es que lo hay) de la historia de la moda? ¿Cómo podemos utilizar la historia de la moda para redirigir y sacudir una industria con tantos problemas? ¿Y cuál es el papel de quienes nos dedicamos a la historia de la moda en la configuración del diseño en el presente y hacia el futuro?

Hay muchos días en que puedo simplemente evitar pensar en estas preguntas. A cambio, tengo el privilegio de concentrarme en mi investigación, en lo que escribo y en las conferencias y clases que dicto sobre la historia de la moda, para ignorar casi todo lo que sucede a mi alrededor.

Luego hay días en que conscientemente agradezco ser historiadora de la moda porque puedo usar mi enfoque en la historia como una forma de escaparme de todos los problemas de nuestro mundo.

Pero también sé que soy parte de este mundo y no puedo simplemente escapar de él. De hecho, sentir que puedo evadir tantas de nuestras luchas mundanas (y hasta poder dedicarme a la historia de la moda) son prueba de mis privilegios que, además, están fundamentados en las jerarquías que han causado tantos problemas a la humanidad.

La idea de “escapar del presente” para esconderse en el pasado, además, revela una especie de nostalgia romántica que ve el pasado como un tiempo “mejor”, uno que deberíamos anhelar. Pero la verdad es que centrarnos en la historia también es doloroso, especialmente cuando nos enfocamos en los puntos de partida de muchas de las luchas que enfrentamos (colectivamente como seres humanos) hoy.

Este dolor se observa también desde la historia de la moda. Y es que la moda, como una de las expresiones más exactas de las interacciones humanas y las ansiedades colectivas, necesariamente refleja las tensiones sociales y los numerosos actos de violencia perpetrados por humanos. Entonces, cuando estudiamos la historia de la moda, inevitablemente también nos acercamos a las historias entrelazadas del colonialismo, el pensamiento humano, la política, la economía y la tecnología. Y, al hacerlo, descubrimos muchas formas de dominación, sistemas de poder y expresiones de violencia sistémica en todo el mundo, aunque no debemos olvidar que los textiles también pueden transmitir historias positivas, inspiradoras y hermosas.

Quizás por eso Khensani Mohlatlole declaró recientemente en un maravilloso reel que:

La moda histórica a veces puede parecer un ejercicio de dolor y sufrimiento.

Esto es especialmente cierto cuando miramos la historia de la moda desde una lente no hegemónica y con el objetivo de descubrir las variadas prácticas de moda de grupos y personas cuyas culturas han sido atacadas violentamente, sus voces sistemáticamente silenciadas y sus huellas borradas a lo largo de la historia humana.

Pero la historia de la moda tiene un potencial fantástico para descubrir precisamente esas historias silenciadas, desafiar lo que ha sido borrado y, lo más importante, revelar las diferentes maneras en que la moda ha fomentado (o al menos apoyado) distintas formas de violencia sistémica, ayudándonos a evitar perpetuarlas repitiendo los mismos errores una y otra vez.

Durante más de 10 años, he tenido la oportunidad de desafiar con mi investigación algunos de los silenciamientos presentes en las narrativas dominantes de la historia de la moda en las Américas. Como resultado, he podido comprobar la existencia de la moda en América Latina, a pesar de las narrativas que nos dicen que no existe. Y he podido descubrir la presencia inevitable (y muy fuerte) de los pueblos, las tecnologías y el conocimiento indígenas en la configuración de la moda tal y como la conocemos hoy. (Dato curioso: ¿sabías que la mayoría de los sastres de los Andes coloniales eran indígenas o de ascendencia indígena?)

Más recientemente, he tenido el privilegio de compartir mis ideas con cientos de estudiantes de diseño (en su mayoría de América Latina) y me gustaría creer que mi investigación ha replanteado cómo perciben la moda, más allá del canon euro-norteamericano. También me gustaría pensar que he tenido cierto impacto en cómo piensan sobre la moda “latinoamericana” y cómo se relacionan con diseñadores, artistas y artesanos indígenas.

¿Pero cuál es el punto?

En un artículo fantástico sobre la importancia de la educación sobre la historia de la moda negra en Fashionista me encontré una respuesta que resume mucho de lo que pienso con bastante precisión:

Si no puedo confiar en que las contribuciones de las comunidades históricamente marginadas serán reconocidas en la educación superior, ¿qué esperanza tengo de que así sea a medida que sigo ascendiendo en la industria?

Así que el objetivo de la historia de la moda es precisamente mostrarle a una industria eurocéntrica, mayoritariamente blanca, que la moda pertenece a todas las culturas y “razas” y que puede nutrirse en gran medida de la diversidad. Sólo entonces podremos empezar a avanzar, aunque sea lentamente, hacia prácticas más diversas y equitativas que puedan, a su vez, desmantelar muchas de las dinámicas tóxicas y colonialistas que sobreviven en la industria de la moda. Y sólo en este momento podremos construir colectivamente nuevas formas de pensar, vestir, crear y hablar de moda.

La pregunta ahora es si, como historiadores de la moda, podemos convencer a toda una industria de abrazar la diversidad o si, más bien, la diversidad seguirá siendo una fachada para impulsar las ventas y la popularidad entre las marcas de moda, sin avanzar hacia un cambio real. ¿Qué opinan ustedes?

Como siempre: ¡gracias, gracias, gracias por leer! Y hasta la próxima.

—Lau 🩷

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