“Helena Rubinstein: Beauty is Power” en el Museo Judío de Nueva York

Helena Rubinstein at the Jewish Museum

Ayer fui al Museo Judío de Nueva York a ver Helena Rubinstein: Beauty is Power (Helena Rubinstein: la belleza es poder), que expuesta desde el 31 de octubre de 2014 hasta el 22 de marzo del 2015. Aunque mostraba un conjunto espectacular de las obras de arte que coleccionó esta maravillosa mujer a lo largo de su vida, incluyendo hermosos retratos creados por los más importantes artistas de la época, increíbles esculturas de Gabón, y sus cuartos miniaturizados de colección, debo decir que la exposición fue mucho menos de lo que esperaba.

Fui a verla, en gran parte, porque tengo que escribir una reseña sobre ella para mi clase de historia de la moda… Sobra decir que esperaba ver algo de moda. Y aunque la exposición mostraba una excelente creación de Elsa Schiaparelli – una chaqueta ‘bolero’ con elefantes –, eso era prácticamente todo el contenido de moda. Nada más.

Más sorprendente aun fue la falta de inclusión de temas de belleza.

Rubinstein, muchos deben saberlo, fue la maestra de la moda. En una exposición que busca, supuestamente, estudiar su rol como pionera de la industria de la moda, era más que necesario incluir contenido profundo relacionado con la belleza – no sólo unos pocos videos de sus campañas publicitarias al final, acompañados de menos de una docena de muestras de sus productos –. Aunque el curador parecía admirar a Rubinstein por su genio del mercadeo y por confrontar los estigmas relacionados con el maquillaje en el siglo XX, no fue mucho lo que expandió en el tema. El enfoque, parece, estaba exclusivamente en su colección de arte.

 

Mostrar a los ‘héroes’ judíos sin elaborar mucho en las razones de su importancia es un sesgo frecuente del museo. Por valioso que sea mostrar el orgullo judío – o por cualquier cultura, a decir verdad –, las exposiciones de un museo deberían estar basadas en buenos argumentos. Los museos se supone deben ser fuentes de información; deben enseñarle algo al público. Y una exposición que dice explorar la importancia de una mujer que transformó la industria de la moda del siglo pasado, que busca dar luz a sus grandes ideas e innovaciones, debería mostrar algo más que su espectacular colección de arte.

La colección sí es maravillosa, con una variedad de retratos que muestra que la belleza, más que un negocio, era el centro del estilo de vida que Rubinstein llevaba. El contraste de obras de arte de Picasso, Frida Kahlo y Miró con esculturas tribales de Nepal, Gabón y Costa de Marfil estaba súper interesante. Y la magia de los cuartos miniatura, que sugieren probablemente algún tipo de sicología controladora, son hermosos. Vale la pena ir a verlos…

Pero si lo que se pretende es aprender sobre esta genio de la industria de la moda, esta exposición tal vez no sea el lugar para hacerlo. O si se pretende es transformar la banalidad asociada con la moda y la belleza, o hacer la exposición de ellas en los museos un tema más sustancial, esta tal vez no sea la forma de hacerlo.

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