Si tuviera que escoger un vestido para ponerme el resto de mis días, sería éste —aunque dudo que el encaje aguante tanto uso—. En los días calurosos del verano, lo puedo usar solo o con una camisa de lino encima y con casi cualquier par de zapatos que tengo: tenis para caminar, sandalias, tacones para la noche… y hasta mis amadas “pantuflitas” de Gucci, las fieles compañeras fieles de mis veranos (algo que ya dije aquí).

Fui a Versalles por un día después de lograr una reunión con una de las curadoras del Trianon. Ella ha estudiado la historia del vestido en la América colonial y una amiga nos puso en contacto. No es que se necesite una excusa para ir a Versalles pero todavía no supero el tener reuniones importantes con curadores en mis museos del mundo. Pinch me!

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