Algunas ideas sobre la moda en Latinoamérica

Últimamente he estado pensando muchísimo sobre el estado de la moda en el país y en la región más amplia de Latinoamérica. Aunque mis pensamientos sobre el tema han evolucionado a medida que desarrollo una perspectiva más crítica y educada, con el mayor conocimiento del área de estudio, hay dos tendencias que no cambian: Primero, que la moda Colombiana (y de América Latina) tiene un gran potencial para llamar la atención de consumidores cosmopolitas de distintas partes y para proveer al mercado de la moda internacional con bienes de clase mundial; y segundo, que hay una necesidad latente de desarrollar una aproximación más crítica frente al tema, en donde se hable de moda como un fenómeno local dentro de su contexto.

Si algo resume lo aprendido durante los dos años en que hice mi maestría en Fashion Studies en Parsons es que el concepto de moda, tan preciso y abstracto a la vez, es uno de los más debatidos, contestados y difíciles de proveer. Moda, para la mayoría de las personas, tiene que ver con lo cambiante y lo fugaz, con lo superficial y lo femenino. Todos se atreven a criticar la moda y los estándares que ésta impone. Todos se atreven a afirmar que ciertas mujeres—si no todas—son esclavas de la moda al querer usar—o no—ciertas prendas. Pero lo que pocos se dan cuenta es que, para bien o para mal, la moda está presente en nuestro diario vivir y tiene una gran influencia sobre todo aquello que hace parte de nuestra sociedad. La moda, además, no es exclusivamente femenina y no tiene que ver únicamente con la frivolidad y la superficialidad.

Al estar tan relacionada con nuestra forma de actuar, especialmente en la sociedad de consumo actual, la moda es igual de importante como tema de investigación que la economía o la sociología. Muchos países dependen casi exclusivamente de la producción textil—directamente relacionada con la moda—o del consumo en mercados de lujo. En Colombia, por ejemplo, una de las épocas más exitosas en términos de exportaciones y comercio exterior, en los veinte, tuvo que ver con el consumo de los llamados Panama Hats, que no eran más que el último accesorio de moda consumido por hombres y mujeres de la alta sociedad en Estados Unidos. Es más, sin necesidad de irnos cien años atrás, estoy segura que hoy en día Cartagena ha logrado atraer un creciente número de turistas extranjeros, en parte, gracias a la popularidad que le han dado personajes reconocidos en el mundo de la moda como Lauren Santo Domingo y Poppy Delevigne.

Es necesario, entonces, desarrollar espacios en donde se pueda hablar de moda en la región. Europa y Estados Unidos, siempre llevando la ventaja, han logrado construir plataformas en donde se habla de moda abiertamente y se crean identidades, con todo y sus estereotipos. Es muy fácil distinguir, por ejemplo, ese inconfundible je-ne-sais-quoi del estilo parisino, o los colores y las extravagancias que caracterizan el Made in Italy. Es posible identificar la mezcla de high-and-low que han aprendido a dominar las jóvenes estadounidenses. Y estos conceptos se tratan explícitamente en una variedad de ambientes que van desde los blogs personales de algunas adolescentes hasta seminarios y simposios organizados por investigadores y estudiantes doctorales.

¿Y en Latinoamérica? ¿Sólo nos limitamos a copiar, o hay algo que está pasando también?

Personalmente, creo que en América Latina, ahora y más que nunca, están pasando mil cosas. Como siempre, una infinidad de cambios económicos y políticos están afectando lo que sucede en la región. Pero también estamos en un punto de expansión tanto económica como creativa. Cada vez hay más jóvenes que se están negando a seguir los caminos profesionales “tradicionales” en que tanto confían las generaciones anteriores y se están enfocando en encontrarle un arte a la vida. De ahí que haya un gran auge de nuevos diseñadores—Paula Mendoza y Marcelo Giacobbe, por mencionar sólo un par de ejemplos—en la región. Y también hay un mercado creciente, que lo explica, entre otros factores, la entrada de gigantes de la moda como Forever21H&M a nuestros países.

Todo esto, para mí, refleja el gran potencial de crecimiento que tiene la moda en nuestra región. Pero este potencial jamás podrá ser explotado al máximo si no hay plataformas en que la información pueda ser compartida y se puedan generar conversaciones, algo que Colombiamoda parece estar haciendo con los paneles de discusión que organiza alrededor de las pasarelas. Y nunca podrá ser explotado si nuestros diseñadores jóvenes no tienen la oportunidad de mostrar su talento, de crear relaciones con compradores y distribuidores—tanto domésticos como internacionales—, algo que también parece estar en la base de la estructura de Colombiamoda.

En general, Latinoamérica refleja una gran mezcla de culturas y colores; una infinidad de identidades que suelen ser reducidas en una: aquella que se limita a imitar a Estados Unidos y Europa en una lucha infinita por alcanzar lo inalcanzable. Pero yo creo que la región, y Colombia en particular, puede ser muchísimo más que eso. Los Colombianos simplemente necesitan darse la oportunidad de descubrirse y conocerse, algo particularmente apropiado en este momento de construcción de paz y reconciliación. Y creo que esto se puede hacer, nada más y nada menos, que a través de la moda. Pues es a partir de la moda que podemos descubrir una variedad de fenómenos sociales y culturales que forman parte de nuestra identidad.

Así que, mientras flotamos hacia Colombiamoda, no puedo evitar emocionarme por las expectativas que me he creado; expectativas en donde, liderados por algunos de los diseñadores ya reconocidos internacionalmente, esta semana de la moda nos da—o me da—una ojeada de lo que se usa en las calles y se produce en el país, una visión de los nuevos y emergentes diseñadores en los que quiero invertir y, en lo posible, promover, un conocimiento más profundo de la experiencia artesanal en un contexto moderno y globalizado. Quiero seguir descubriendo la multiplicidad de las identidades colombianas y mostrárselas al mundo. Y quiero, más que nada, sentirme orgullosa del área que tanto amo, por la que abogo sin cesar y a la que defiendo como una leona frente a todos aquellos que se atreven a dudar del verdadero poder de la moda colombiana.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *