La moda es, sin lugar a duda, una parte indispensable en nuestro mundo, especialmente en las sociedades occidentales. Su importancia en las economías modernas industrializadas no puede ignorarse. Pero es importante poder descubrir su aparente superficialidad para poder entender lo que se esconde debajo de su elemento visual y ponerlo en conversación con asuntos sociales más amplios.

Más allá de los tacones como objeto, como accesorio de empoderamiento o sumisión, es clara la fascinación que existe entre las mujeres por este tipo de zapato. Para muchas de nosotras resulta fácil recordar épocas de infancia en que jugábamos con los tacones de nuestras mamás o hermanas mayores, y recordamos, más adelante, el tan anhelado momento en que por fin fuimos dueñas de nuestro primer par. Los tacones siguen siendo un elemento esencial de la vestimenta de ocasiones especiales, y los usamos constantemente para ir a fiestas o cuando nos queremos “ver bien vestidas.”

Sí. Es muy difícil no sentirse tentado por la ropa interior de tres dólares. O las camisetas de cinco, los vestidos de diez, y los zapatos de quince… Puedes componer un outfit espectacular con menos de cincuenta dólares, y hacerte famosa en una cita romántica o en una noche de rumba (o ambas). Y, aunque yo hice parte del clan amante del fast fashion durante un buen tiempo, decidí dejarlo—o al menos tratar de hacerlo—. Y para ser honesta, ¡ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida!

Nacida en Venezuela, Carolina Herrera, como pocas mujeres latinoamericanas de la primera mitad del siglo pasado, tuvo el privilegio de crecer en contacto con Europa…